martes, 21 de febrero de 2012

Extraños gasterópodos

En el otoño pasado me encontré desplazándose por una de las hojas bajas de las yedras que cubren las paredes de mi patio una especie de invertebrado que no había visto nunca como habitante de mis plantas. 
Me llamó la atención y rápidamente fui a buscar la cámara para fotografiarla.


Me extrañó sobremanera. Los caracoles me eran tan familiares saliendo a pasearse por el patio después de un aguacero vespertino en los últimos días de los meses de agosto que yo les llamaba " mi ganadería " y presumía de disponer de más cabezas de ganado que las que pastaban a orillas del Tajo en la finca de reses bravas de la Alhóndiga.  




Hice mis pesquisas entre los amigos agricultores de la zona para ver si podían informarme de la especie de molusco que me había llamado la atención. Pregunté a los empleados de un vivero de los alrededores de Aranjuez. Me dijeron que era una caracola. O sea, ¡ que me sacaron de dudas!. Quería saber más sobre ellas y, de vuelta a Madrid, investigué en tratados de helicicultura para ver si, entre las diferentes especies de caracoles, había alguna fotografía con la que pudiese identificar al intruso de mi jardín. Nada. Al menos yo no la encontré. 

También estaba intrigado porque quería saber el modo en que había llegado a mi  jardín. Como, al labrar el huerto a finales de invierno, habían aparecido algunas conchas del molusco sin que estuviera el animal dentro, se me disparó la imaginación y llegué a pensar que aquellas tierras en tiempos remotos podían haber estado sumergidas y que se podía tratar de moluscos acuáticos con una notable antigüedad. Nada más lejos de la realidad. Uno de los jardineros del vivero me instruyó al decirme que, casi con toda seguridad, los huevos de esta especie podían haber ido a parar a mi jardín mezclados con la tierra enriquecida que servía de abono a las tomateras de mi huerto. No me sentí defraudado por ver que mis deducciones zootécnicas eran infundadas. He conocido posteriormente que se llaman Melanoides Tuberculatas que, a la mayoría de los seguidores de este blog les resultará poco interesante. Quizás si les interese saber que, si se las encuentran en su jardín, pueden dejarlas vivir. El único inconveniente es que se  alimentan de plantas verdes. Mil perdones.

A mí me han servido para contaros a todos una experiencia más en la bitácora de estos días de febrero.

Frase del día:
"Aprender de cualquier ser vivo es, para el ser humano, una necesidad y una obligación".

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