miércoles, 29 de febrero de 2012

Días de relleno.

Hoy finaliza febrero de 2012. Miércoles 29, con todo el peso de los días de la parte intermedia de la semana. Ha sido uno de esos días que pasan por nosotros, o nosotros pasamos por ellos,  sin que  suceda algo importante. Un día que ni el mismo se considera necesario. Podría desparecer del calendario y todos podrían celebrar su cumpleaños en el día en que nacieron.


Habrá quienes consideren importante que el mes se haya despedido con una victoria de la selección española de fútbol, en un partido amistoso celebrado en Málaga contra la selección de Venezuela (5 a 0 a favor de España). Yo no sé qué decir al respecto. 

Para otros quizás les resultó agradable sestear al sol con una temperatura envidiable en las horas centrales de la tarde. Yo he sentido envidia. 

Puede ser que, al menos, les haya resultado a más de uno simpático ver a la anciana que, sin faltar día alguno, vuelca su bolsita de pan desmenuzado sobre la acera para sentirse más viva cuando los gorriones y las palomas vuelan, inquietos, a comerlo y  la rodean. Yo hace unos días que no la veo 

Hay quien se habrá asomado a la ventana al oír la algarabía de los alumnos que, perfectamente ordenados, avanzaban de dos en dos, enlazados de la mano, volviendo al colegio después de asistir a alguna actividad extraescolar. Yo he sido uno de esos curiosos y he sentido cierta nostalgia recordando mis años de docente. 

Sin duda en los bancos de la acera de la avenida de Monforte de Lemos que están orientados al sur, junto a la Vaguada, habrán descansado los jubilados de siempre observando a las viandantes con cierta envidia por su presteza al caminar y la elegancia de su contoneo. A mí también me resulta desagradable no poseer la misma presteza de mis años anteriores y tener que desplazarme despacio, como si me pesaran los pies. 


Muchos habrán visto por televisión, repetidas veces, las protestas y revueltas de los estudiantes exigiendo sus derechos a una educación pública digna. Me habría unido a ellos pero sin participar en la violencia que, cuando maduren lo entenderán, no conduce a casi nada positivo. 


Y yo, no sé si un 48% más de una población encuestada, me he atrevido a prever el gasto innecesario para este momento, de una huelga general anunciada. La anterior del 14 de diciembre  de 1988  la pasé en Simancas (Valladolid) donde me había desplazado con mi hijo Rubén para dar unos cursos de Ofimática a los funcionarios del Archivo Histórico de esta ciudad. No sé cuánto se perdió. Yo gané el conocimiento de la riqueza histórica del  Archivo y la de descubrir un pueblo en el que, como entonces, cuando vuelvo, me sigue oliendo a pan recién cocido y a asado de cordero.



Ya ha finalizado febrero y no me ha parecido que haya sucedido algo que deba ser destacado.

Frase del día:
"La exigencia del cumplimiento de nuestros derechos no debe entorpecer el cumplimiento de los derechos de los demás"

martes, 28 de febrero de 2012

Mozart, la cigüeña y el loro

(Extracto de mi novela "Sinfonía en Re...cuerdos de mi niñez") Aun sin publicar




                        “ Yo tengo genio músico
                           e inspiración sin par.
                           Si yo tuviera “cónquibus”
                           Dejaba así a Mozart”


Siempre me parecieron horrorosos esos ripios que, para ajustar una rima, eran capaces de transformar en agudo el apellido de nuestro querido y actualmente admirado personaje cinematográfico “Amadeus”. Parándome más de una vez en el camino, repetía a voz en grito si no veía a nadie “ ¡a Mozár!, ¡a Mozár!, ¡a Mozár!…”. Iba tan abstraído que ni me fijé en el espléndido toro semental con una anilla de metal amarillo en sus hocicos, galán de todas las vacas de las vaquerías de la zona y propiedad de Casimiro, que me miraba al pasar con sus enormes ojos negros. Ni reparé en la bicicleta del hijo del “Boni”, el practicante,  siempre atada a la reja de su ventana con una cadena y un candado y a la que miraba deseándola con sórdida avidez. Ni hice rabiar un poco al loro del militar, burla que era para mí norma de obligado cumplimiento por lo excitado, escandaloso y malsonante “rapapolvos” que me lanzaba su bigotudo dueño, abriendo repentinamente su puerta y corriendo hacia la cancela.




            Entre mis elucubraciones mentales y repeticiones de los trozos memorizados de la obrita que deberíamos repetir  con una verdadera ampulosidad de gestos, llegué a casa. Hice una caricia al perro que se me acercó moviendo el rabo. Subí los escalones de la entrada a la vivienda, empujé la puerta entreabierta y con un “¡Hola!” rotundo pasé a mi habitación para dejar la cartera, salir de nuevo, coger mi rebanada de pan con aceite y azúcar y salir a la calle para jugar con los demás chiquillos que ya habían comenzado “el rescate”.
-         Pero ¿no la has visto? – me preguntó mi tía Tomasa, aún pálida y demacrada, sentada en el pasillo entre mi madre y la tía Milagros.
-         No he visto ¿qué? – respondí.
-         La cestita de tu habitación – y se reían las tres sin que yo supiera por qué.
Levanté la cortina y entré de nuevo con la tostada en la mano, chorreándome un hilillo de aceite por la muñeca. Miré al frente, a la derecha y a la izquierda. Pensaba que se trataría de algún regalo que me habían hecho sin que pudiera adivinar el motivo. Vi la cesta colocada sobre la cama. Era de mimbre y cañas de las que usaban en el mercado las gitanas que vendían flores. Me acerqué para ver lo que había dentro. Algo se movía y di un salto hacia atrás soltando la tostada. Ahora resonó una carcajada de las tres mujeres que me observaban desde la puerta por debajo de la cortina separada hacia un lado.
-         ¿Qué es eso...? – grité y ese algo se volvió a remover bruscamente en el interior de la cesta.
-         Es tu prima…- me dijo Tomasa, brillándole los ojos con un brillo entre tierno y pícaro.
-         ¿Y quién la ha traído…? – volví a gritar casi enfurecido porque nadie me hubiese consultado antes a mí.
-         La cigüeña…- respondió la tía Milagros intentando poner fin a mis preguntas. Añadió:
-         La cigüeña se la ha traído a Tomasa y a Paco que se la habían encargado.



Mi perplejidad y mi asombro iban en aumento. En mi barrio no había visto nunca una cigüeña ni en Peña Grande tampoco. Posiblemente porque no había torres de iglesias ni campanarios. Para mí la cigüeña era sólo uno de los personajes de ese cuento de “La Cigüeña y la Zorra”, o lo que es lo mismo un dibujo de un libro. Y en ese cuento la cigüeña lo único que hacía era engañar a la zorra porque la zorra la había engañado a ella al invitarla a comer. Es posible que esta cigüeña fuese de la misma raza que la cigüeña de la película de “Dumbo” pero que traía, volando, primitas en lugar de elefantitos orejudos.
            Mi tía se acercó a la cesta, la cogió en brazos y, descubriéndole la cara, me la acercó para que la viese.
-         Se va a llamar Conchi, como tu madre y como la abuela – me dijo.
Me pareció feísima. La cara muy chiquitita, sin apenas pelo y aún amoratada.
-         Anda, cógela con cuidadito – me sugirió acercándomela.
No pude. Me salí corriendo a jugar a la calle sin tostada ni nada, queriendo olvidarme…
            Los chicos ya no estaban jugando al “rescate”. Se habían sentado en corro, en la esquina de la casa del señor Santiago, junto a los algarrobos y debajo de la única bombilla existente en esa acera. Estaban enterados ya de que mi tía Tomasa había tenido una niña. Aseguraron que, por ese motivo, iba a tener “pelusa”. Ni sabía lo que era ni creía que fuese posible que yo tuviese eso.
            Había anochecido hacía un rato y ya comenzaban a llamarnos para que nos recogiéramos. Antes de meternos en casa e instigado por mi curiosidad aún no satisfecha le pregunté al “Titi” que era el mayor de los que estábamos en ese momento en el grupo:
-         Oye, eso de la cigüeña ¿qué es?.
-         Eso es un cuento – me contestó-. Lo que pasa es que tu tía y tu tío han “chingao” y cuando se “chinga” la mujer se queda preñada.
Nos dijimos hasta mañana y cada cual se metió en su patio. Ahora lo entendía menos. Lo de la cigüeña no me lo creía y lo del “chingao” no sabía qué era.
            Cuando entré a la casa, observé maliciosamente a mi tía y a Paco que, con la mano por encima de los hombros de Tomasa, contemplaba absorto, pensando en no sé qué, a su hija. Me dieron ganas de preguntarles si era cierto lo que me había contado “el Titi”, pero no me atreví y preferí esperar a que mi duda se resolviese más adelante.


Frase del día:
"El léxico popular ha sido capaz, al menos en los 50 del siglo pasado, de describir elegantemente situaciones y procesos"

lunes, 27 de febrero de 2012

El veintiseis

Los días veintiséis no me gustan nada. ¿Motivos?. Algunos, pero no viene a cuento referirlos en este blog. Y no es porque el veintiseés sea dos veces el trece sino porque en diferentes días veintiséis  me han sucedido cosas nada agradables.
Por eso ayer, día veintiséis,. no escribí mis reflexiones 


Me gustan los días 29 de febrero porque solamente te tienes que enfrentar a ellos una vez cada cuatro años. Me gusta el día dos de mayo y también el nueve y, por doble motivo, el veintisiete. El veintisiete, sí también de mayo, nuestra familia aumentó en dos nuevos vástagos de una vez. ¡Qué alegría y qué agobio  al principio!  porque solamente habíamos preparado ropa para uno, cuna para uno, chupete para uno, cochecito para uno... Y vinieron dos: chica y chico. Hoy ya mujer y hombre hechos y derechos. 
Me encanta el veintiuno de diciembre porque en esa fecha nació mi único nieto y llegó a casa un aire nuevo que nos hizo respirar de un modo diferente. Y un nuevo calorcito aunque comenzase en esa fecha el invierno. Como si algo más fresco entrara por la puerta de nuestra casa con olor a colonia de Nenuco. Me gustan todos los días uno y quince, porque son capaces de romper cada mes en dos mitades. Me gustan los cinco días y medio laborales de la semana inglesa. Me encanta el día 14 de febrero de no sé qué año, muy lejano ya,  porque fue el día en que nos intercambiamos los primeros regalos.Y el día 4 de un mes de mayo también, en que volví a la estación de Atocha después de haber cumplido mi servicio militar en Africa.

Frase del día:
" El destino elige el día,  hora y momento precisos par que suceda con justeza el devenir"

sábado, 25 de febrero de 2012

De mis soliloquios: CUATRO

El cuatro sí que tiene toda la entidad que se precisa para encarnar la esencia de la ideosincrasia del hombre, de sus costumbres y hasta de sus pensamientos, sensaciones y  comportamientos. 

El cuatro ha supuesto superar a todas las trinidades, a las Tres Gracias, a los Tres Mosqueteros, a los tres Ejércitos, a las dicotomías de todas las religiones y de muchas teorías filosóficas, a los trípodes, a los tríos, a las ternas , a los tres estamentos del poder. 

Porque todas las trinidades se han completado en un elemento preciso que las justificara; las Tres Gracias se originan y satisfacen con la figura de su creador; los Tres Mosqueteros están incompletos sin D'Artagnan; los tres Ejércitos se apoyan en ese cuarto poder del espionaje que siempre se mueve en la sombra para que nadie pueda saber si existe o no y las derrotas o victorias tengan su origen en este oculto cuarto poder; las dicotomías religiosas precisan de otras dicotomías que las complementen; los trípodes sueñan con ser sillas y prestar al usuario un asiento perfecto; los tríos resultan incompletos cuando se pretenden intercambios; los tres poderes temen, porque este cuarto elemento sí que tiene poder, al poder real de la prensa. 







Buscando información sobre el cuatro no me he podido librar de cotejar las referencias a los Cuatro Jinetes del Apocalipsis, los Cuatro Evangelistas, los Cuatro Fantásticos, los Cuatro Elementos, los Cuatro Tres Cuatro de las mejores estrategias de los entrenadores de fútbol, las Cuatro Esquinitas que tiene mi cama...

¿Qué deciros?...

 Antes de ser bípedos, hemos andado a cuatro patas. Los humanos disponemos de cuatro extremidades. Los saurios reptan a pesar de sus cuatro apéndices. Los equinos, los cánidos, los felinos y los bóvidos son cuadrúpedos. Las aves disponen de pares de alas y patas. ¡Hasta una buena mesa no se concibe sin unos entrantes, un primer plato, un segundo y un postre!. 


Hagamos una reverencia al omnipresente Cuatro y brindémosle una actitud de pleitesía.

Frase del día:


"Rindamos pleitesía y adoración al CUATRO"

viernes, 24 de febrero de 2012

Rinconcillos y Cortadetes

Don Miguel de Cervantes Saavedra

Cervantes, en sus novelas ejemplares, es el gran profeta que muchos hemos seguido, aunque no hayamos sido capaces de descifrar sus diez mandamientos. 
Amó como nadie. Las Dulcineas que le acariciaron en sueños por las noches húmedas de  las mazmorras de Argel, no le abandonaron en ningún momento y por esas mismas caricias le hemos envidiado.  
Los gigantes con sus brazos de molinos le advirtieron de los grandes peligros con los que debería librar batalla en esas tierras manchegas. 

La sabiduría de sus muchos Sanchos le abrieron los ojos para que fuera capaz de observar su entorno con la visión práctica que el pueblo llano posee. 
Sus Insulas Baratarias esculpieron el burdo engaño de la molicie no merecida y, si merecida, no alcanzada nunca. 
Sus Caballeros de novela grabaron a fuego en su alma el fraude de la sociedad que le rodeaba y que era tan irreal como sus condados y ducados así como sus luchas en defensa de la justicia. 
En todo se nos adelantó pero, si en algo Don Miguel fue profeta adelantándose  siglos en su profecía, fue con su novela de Rinconete y Cortadillo. 

Sevilla era el lugar más adelantado económica y socialmente de la Corte. Precisamente en esa ciudad, culmen del desarrollo por su comercio de ultramar, situó la más alta escuela de rufianes y malandrines en la que se enseñaban todas las malas artes precisas para apoderarse de lo ajeno y saber evitar a la justicia. Y nos advirtió que, a lo largo de la historia, nos íbamos a encontrar con innumerables Monipodios, verdaderos maestros del latrocinio y del fraude. 




Hoy día, en pleno siglo veintiuno, han pululado por doquier los Monipodios, Rinconetes, Cortadillos, Chiquiznaques, Maniferros y Ganchuelos que han aprendido tretas más impunes para apoderarse de lo ajeno que el propio Cervantes nunca habría podido imaginar.


Porque nunca imaginó que esas malas artes pudiesen llegar hasta lo más encumbrado de las esferas políticas e institucionales de nuestra democrática querida España.

Frase del día:

"La picaresca del Siglo de Oro no es nada comparada con la que se ejerce actualmente en la primera década del siglo XXI"

jueves, 23 de febrero de 2012

Echando la vista atrás

Hoy he escuchado en televisión la noticia de que con la actual crisis un porcentaje muy alto de la población española vive por debajo de los límites de la miseria. Me ha hecho recordar mi niñez que tiene que haber sido también la de todos cuantos nacimos en la década de los cuarenta. 
Yo vivía en un suburbio y, en ese momento sucedían cosas similares a las que os trascribo. Son párrafos de uno de los capítulos de una novela que aún no he publicado y que se titulará "Sinfonía en Re...cuerdos de mi niñez".




En invierno, uno de los problemas más acuciantes era el de conseguir combustible para los fogones y braseros que permitían cocinar y caldear la casa.
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Con frecuencia mis vecinos de la casa de enfrente se encontraban en la misma situación que nosotros. Eran esos momentos en que aún no había llegado para la señora Luisa su pensión de viudedad ni para sus nietos, Luis y la Rosi, el dinero que todos los meses les enviaba su padre. Y a nosotros nos pasaba, a pesar de todos los que éramos en la casa, algo parecido. Aunque hubiera dinero, la tía Milagros prefería guardarlo para otros menesteres y solía esperar que yo subiera a la granja en que trabajaba mi madre para que me diera para carbón y para mi manutención y limpieza. Mientras llegaba ese momento yo me iba también con Luis y la Rosi a rebuscar carbón.

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            No sabría explicar por qué fenómeno natural o humano el carbón se encontraba allí. Lo cierto es que estaba desperdigado por los sembrados, ya segados y quemados tras el otoño, y por las huertas desprovistas de cultivos y removidas por el arado. Una de las mañanas que fuimos a rebuscar nos levantamos temprano. Para mí era la primera vez. Nos abrigamos bien para soportar un frío negro que helaba la respiración en un día de esos en que los canalones de los tejados quedan cubiertos de carámbanos. 
Íbamos los tres – Luis, la Rosi y yo- cada uno con un cubo de chapa que ya no servía para acarrear el agua del canalillo por tener horadado u oxidado el fondo. Luis era un buen conocedor de los sembrados de la zona porque, obligado por la necesidad, había tenido que recorrerlos más de una vez. Sabía que uno de los de la huerta de “la Carola” lo habían arado hacía dos días y, al remover la tierra, salían nuevos trocitos de carbón al exterior. A mí no me gustaba para nada el sitio por estar situado cerca del cuartelillo de la Guardia Civil que solía patrullar con frecuencia por esa zona. Pero Luis tenía razón. No había nada que temer. No ibamos a cometer ningún delito porque recogiéramos del suelo trocitos de carbón. Podían alegar que nos metíamos en propiedad privada pero el sembrado no tenía cerca ni cartel alguno que lo indicara. 

            Cruzamos la vía del tranvía al llegar a la parada y, bajando un pequeño terraplén, nos encontramos en el sembrado. Estaba inclinado orientado hacia el oeste. Los terrones del barbecho resultaban duros por la escarcha de la noche anterior. Nos dirigimos hacia la linde más baja del sembrado para comenzar a rebuscar desde ahí e ir subiendo hacia la linde superior. Era lo lógico. Si se nos daba bien, llegaríamos a la parte más alta con el cubo lleno y nos iba a ser mucho más fácil bajarlo así hasta la parada del tranvía, cuesta abajo.
Estábamos sólos en el sembrado. “El cojo” no se debía haber enterado de que habían arado, si no, ya estaría allí. Ése era de los que salían a rebuscar casi todos los días. Si no necesitaba carbón para su casa, no le importaba. Ya se lo vendería a algún vecino.
Uno al lado del otro, comenzamos a rebuscar por los tres surcos más cercanos a la linde inferior. La tarea era monótona. Las manos, a pesar de los guantes de lana, se quedaban ateridas. Posiblemente era mejor quitárselos y aguantar en las manos directamente el frío, evitando así que nos salieran sabañones. Andábamos despacito por el surco observando la tierra y removiéndola de cuando en cuando con un gancho hecho con una varilla de hierro de los que usábamos en la casa para remover las ascuas del fogón. Los dos hermanos eran bastante más avispados que yo y, a la mitad del surco ya tenían cubierto con el carbón encontrado el fondo de sus cubos mientras que, en el fondo del mío, apenas había cuatro o cinco piedrecitas negruzcas que me hacían sentir endiabladamente inútil.


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Cuando acabó el pitillo, que yo no volví a chupar por más que me insistía, comenzamos a bajar por el camino hacia la parada. Había en ella un tranvía. Cuando reemprendió la marcha hacia Ricote, pudimos ver  al otro lado de la vía, junto a las escaleras que permiten la bajada hasta el puentecillo del arroyo, a la pareja de la Guardia Civil. No podíamos darnos la vuelta. Los teníamos ahí, a un paso. Cruzamos la vía y llegamos a su altura.

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Nos ordenaron que dejásemos los cubos en el suelo y, con uno de los ganchos, revolvió el más joven el contenido de los tres cubos. No sé qué pretendían encontrar. Puede ser que algún repollo que hubiéramos robado de las huertas y que hubiéramos cubierto con el carbón. Pero, sólo era carbón, nada más que carbón. Murmuraron y refunfuñaron entre ellos. Tras la inspección, el más viejo advirtió:
-         ¡Hala, para casa!, pero ¡ojo!, ¿Eh?, ¡ojo…!
Era algo bizco. Bajamos hacia el arroyo y ellos se quedaron en la parada. Cuando ya estábamos cruzando el puentecillo, la Rosi,  poniéndose bizca, gritó imprudentemente:
-         ¡Hala, hala, para casa! pero… ¡ojo!, ¿eh?…¡ojito!, ¿eh?…¡ojeeeeete…!

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Frase del día:

"Nunca un tiempo pasado fué mejor"

miércoles, 22 de febrero de 2012

De mis soliloquios: EL UNO y EL DOS


Hoy me voy a limitar a reproducir esta fabulilla de Cayetano Fernández, como aviso para navegantes.
Vivimos un momento en que el orgullo mal entendido hace que no se pueda medrar ni social ni económicamente. Si no somos capaces de desechar la idea de que somos el ombligo del mundo, tampoco podremos aumentar esos valores que nos son necesarios.

Cayetano Fernández - El uno y el dos

(Cádiz, 1820 - Sevilla, 1901)

Graves autores contaron
que en el país de los Ceros
el Uno y el Dos entraron;
y, desde luego, trataron
de medrar y hacer dineros.

Pronto el Uno hizo cosecha,
pues a los Ceros honraba
con amistad muy estrecha,
y dándoles la derecha,
así el valor aumentaba.


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Pero el Dos tiene otra cuerda,
¡todo es orgullo maldito!
Y con táctica tan lerda,
los ceros pone a la izquierda,
y así no medraba un pito.


En suma, el humilde Uno
llegó a hacerse millonario,
mientras el Dos importuno
por su orgullo cual ninguno
no pasó de un perdulario.


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Luego ved con maravilla
en esta fábula ascética,
que el que más baja más brilla,
y el que se exalta se humilla
hasta en la misma Aritmética.


Frase del día:


" Por muy insignificante que nos parezca un pueblo o una cultura, siempre dispone de valores que nos pueden hacer crecer ".

martes, 21 de febrero de 2012

Extraños gasterópodos

En el otoño pasado me encontré desplazándose por una de las hojas bajas de las yedras que cubren las paredes de mi patio una especie de invertebrado que no había visto nunca como habitante de mis plantas. 
Me llamó la atención y rápidamente fui a buscar la cámara para fotografiarla.


Me extrañó sobremanera. Los caracoles me eran tan familiares saliendo a pasearse por el patio después de un aguacero vespertino en los últimos días de los meses de agosto que yo les llamaba " mi ganadería " y presumía de disponer de más cabezas de ganado que las que pastaban a orillas del Tajo en la finca de reses bravas de la Alhóndiga.  




Hice mis pesquisas entre los amigos agricultores de la zona para ver si podían informarme de la especie de molusco que me había llamado la atención. Pregunté a los empleados de un vivero de los alrededores de Aranjuez. Me dijeron que era una caracola. O sea, ¡ que me sacaron de dudas!. Quería saber más sobre ellas y, de vuelta a Madrid, investigué en tratados de helicicultura para ver si, entre las diferentes especies de caracoles, había alguna fotografía con la que pudiese identificar al intruso de mi jardín. Nada. Al menos yo no la encontré. 

También estaba intrigado porque quería saber el modo en que había llegado a mi  jardín. Como, al labrar el huerto a finales de invierno, habían aparecido algunas conchas del molusco sin que estuviera el animal dentro, se me disparó la imaginación y llegué a pensar que aquellas tierras en tiempos remotos podían haber estado sumergidas y que se podía tratar de moluscos acuáticos con una notable antigüedad. Nada más lejos de la realidad. Uno de los jardineros del vivero me instruyó al decirme que, casi con toda seguridad, los huevos de esta especie podían haber ido a parar a mi jardín mezclados con la tierra enriquecida que servía de abono a las tomateras de mi huerto. No me sentí defraudado por ver que mis deducciones zootécnicas eran infundadas. He conocido posteriormente que se llaman Melanoides Tuberculatas que, a la mayoría de los seguidores de este blog les resultará poco interesante. Quizás si les interese saber que, si se las encuentran en su jardín, pueden dejarlas vivir. El único inconveniente es que se  alimentan de plantas verdes. Mil perdones.

A mí me han servido para contaros a todos una experiencia más en la bitácora de estos días de febrero.

Frase del día:
"Aprender de cualquier ser vivo es, para el ser humano, una necesidad y una obligación".

lunes, 20 de febrero de 2012

De mis soliloquios: TRES


TRES

El tres, trío, tríadas, triduos, trinidad, triglifos, triglicéridos, triángulos, trípode, terna son términos que hemos oído y manipulado infinidad de veces.

Mi reflexión en este soliloquio sobre el tres comprende todas las acepciones y ninguna.  Me interesa el tres como entidad necesaria. El cómputo del universo no se puede aquilatar al Uno ni ampliar solamente al Dos. No existen sólo lo bueno y lo malo ni lo claro y lo oscuro.


El Tres es necesario, tan necesario como que el agua no está completa solamente con la tierra sino que, además, necesita del aire; como que  la luz se complementa con la oscuridad y en su mitad  se debe encontrar la penumbra; como que la arrogancia y la humildad se redimen con la  ecuanimidad; como que el amor y el odio se desencuentran en la indiferencia;  como que el castigo y el perdón tienen su justificación en la duda; como que la clarividencia y la ignorancia se destruyen en el desconocimiento; como que la libertad y la opresión no existen sin el libre albedrío; como que la ley y la aplicación de la justicia se fundamentan en el juicio.
Sin tres patas un trípode no existe. Ni la trinidad lo es si no completa el espíritu al creador y al  creado. Ni los triángulos lo son si no los delimitan sus tres necesarios lados. Ni el trío tiene aliciente si a dos insatisfechos no se les une un extraño. Ni hay terna en la liturgia para oficiantes sin sus dos acólitos.


Dependemos del tres. Y su dependencia se manifiesta mucho más cuando el ser humano llega a su tercera edad y lo que resultaba cómodamente correcto en la pareja, necesita de una ampliación para la manifestación de sus inquietudes y sentimientos.
Por esta misma razón, la amistad completa el ciclo del amor.


Frase del día:

"La amistad complementa el ciclo del amor"

domingo, 19 de febrero de 2012

De mis soliloquios : DOS


DOS
        Sólo dos es posible con relación a otro. No existe una razón que permita cerrar un diálogo entre muchos.
          El diálogo es fecundo cuando a cada pregunta sólo responde un otro esperando su turno. No por eso ha de ser siempre igual la respuesta aunque el dos sea el mismo.
(Dos rosas de pasión)
       Es muy útil ser dos. Ser dos permite amarse. Ser dos permite odiarse pero durará poco el odio que nadie más que otro puede saber que existe.
        Dos que pudieran ser Adán y Eva; o Romeo y Julieta;  o Marco y  Cleopatra; o Isolda y Tristán.
      El dos parece ser incompleto y es perfecto por esa intrínseca necesidad de perdurar en alguien que pudiera ser parte del dos que les completa y necesariamente les anula.

(Dos pinos)
          El dos perece en aras cada uno del otro.
        Es difícil pensar en lo oscuro sin claros, en los días sin noches, en el amor sin odio, en la luz sin tinieblas, en virtudes sin vicios.
         Con el tiempo persiste, y por él mismo existe, la intemporalidad.
       En cualquier buena ópera el dúo del barítono encuentra su soprano y a su tenor responde la tiple necesaria.

(Dos pájaros)

        Lo alto es lo profundo y lo difícil, fácil y lo muelle, costoso  y lo peremne, efímero.
     El dos es la perfecta asincronía errante del imperfecto crono. Lo perfecto precisa de la imperfección misma para justificarse; lo justo, de lo injusto. 
       Lo adorable rechaza a cuanto de vulgar completa su discurso.
      Me gustaría dar al orador ,silencio; al avaro, la dádivas con las que, tembloroso, sueña todas las noches; al valiente, su más solemne cobardía; al monje, en su silencio, la algarabía inmensa de una disputa a gritos. Al charlatán, la gloria de un paraíso mudo.


Frase del día:
"Lo adorable rechaza a cuanto de vulgar completa su discurso"

sábado, 18 de febrero de 2012

De mis soliloquios: UNO


UNO

El uno es, porque se conforma él mismo y él mismo se sustenta. El uno no es si alguien lo genera. No puede tener parangón; si lo tuviero no sería el uno sino alguno de otros muchos de un grupo. El uno es lo exacto, lo indestructible, lo infragmentable. No precisa de nadie. Puede subsistir sólo y no tiene complejos, ni envidias, ni rencillas. Ni siquiera soledades.


                   El complejo de muchos resulta de no alcanzar el grado que tienen los demás. Este grado no existe si los demás no existen.
                   El uno no soporta ni produce pasiones envidiosas. No desea que nadie le presente lo ajeno ni puede despertar, en los demás, deseos.
                   Toda rencilla surge con varios en litigio. El uno distribuye toda su paz a él mismo.
                   El uno se comprehende o es la comprehensión misma. Por eso el uno nunca dispone del silencio que otros muchos producen. Siempre se oye a él mismo. El uno se aureola y él sólo se venera y él solo se limita y de él se abastece y a él mismo se conforma.
                   No puede ser el uno primero para nadie ni el primero pretende ser el uno. El primero supone que están detrás, pétreamente jerarquizados, muchos, quizás bastantes, y no existe si los demás no existen. El primero se esfuerza en conservar su puesto y si alguno intentara llegar hasta su altura, se sentiría, al menos, defraudado en su esencia.
                   ¡Quiero un mundo de unos sin que existan entre ellos primeros!.

Frase del día:
"El uno se comprehende o es la comprehensión misma"

viernes, 17 de febrero de 2012

Raíces a flor de suelo

Sin duda fué un robusto pino que albergó nidos y peinó con sus acículas, siempre verdes, el viento gris que sopla del oeste, tiñéndolo de alegría, y la brisa húmeda que sube del valle. Sin duda fué sombra y descanso para los caminantes que llegaban exhaustos de tanto andar entre chaparros y jaras. 



Seguramente soñó con ser eterno y seguir viendo pasar estaciones, sufrir fríos hasta quedar aterido  y calores tórridos hasta desear la lluvia con ansiedad y disfrutar de las lloviznas templadas de los meses de abril y de septiembre: 
Con seguridad alguna pareja se apoyó en su tronco para darse su primer beso y grabó en él un corazón con una fecha y dos iniciales.
 Es posible que algún jabalí que pasó la alambrada por algún hueco que dejaran los furtivos, se restregó contra él después de haber comido una buena ración de bellotas. 
Quiero creer que alcanzó la altura suficiente para poder mirar a los arbustos por encima del hombro y con cierta arrogancia, casi despreciándoles. 
Estoy seguro de que no le gustaban esas raíces que emergían al quedar descarnada la tierra en la que nació, que le parecían horriblemente antiestéticas e inútiles. Y agradeció a  los torrentes causados por los aguaceros toda la fuerza con la que las descarnaron.


Pero llegó el momento en que, quizás un rayo o una plaga implacable, inclinó su gallardía, doblegó su orgullo y forzó al jardinero para que aplicara el hacha o la sierra eléctrica a su base para evitar un mal mayor.

Todos deben haberte ya olvidado: las veredas y senderos que nacen en tí,  los musgos de los troncos de los pinos que te rodean, los zumbidos de los insectos voladores que buscaban en tí un soporte para descansar y las nubes que encontraban tu esbelta y frondosa copa para protegerla con su  sombra y humedecerla con su llanto. 

Quien no te va a olvidar soy yo porque tu tronco cercenado y tus raíces reptantes siguen siendo para mí el reposo que busco como descanso de mis muchos años durante unos minutos.

Frase del día:
"Nuestras raíces son el sustento y la base de toda nuestra existencia. Nunca debemos olvidarlas."


jueves, 16 de febrero de 2012

Acariciando al sol poniente


La tarde del 1 de Enero del 2012 me fuí de caza con mi cámara a los montes del Pardo. 
No sabía si Diana me iba a ser propicia. No importaba. Entre los alicientes que me empujaban a salir había uno que superaba a todos los demás. 


Muchísimas veces hemos subido, mi familia y yo, a deleitarnos desde lo alto del Torreón con  los gamos que se acercaban a la valla situada frente a la iglesia del Cristo  para degustar algunos de los mendrugos de pan que les dábamos, pasándolos por los agujeros de las alambreras que separan el lugar de los aparcamientos,  del pinar que se extiende desde lo alto del monte hasta el valle que cruza el pueblo por el que discurre el Manzanares. 


Pero hoy iba a ser distinto. No iba a distraerme con los gamos. 


Iba a cumplir uno de los deseos que era la asignatura pendiente desde mi infancia. Había visto desde este enclave del monte muchos atardeceres anaranjados, rojos y cárdenos rindiendo el justo homenaje con esos colores al momento, algo brujo, de la retirada del sol allá a lo lejos, cerca de Las Rozas. Atardeceres con el sonido de fondo de la berrea de los ciervos que subía desde el valle, entre la niebla, agarrándose a las copas de las encinas. Atardeceres con llovizna sobre nuestras cabezas y atardeceres sin historias de color que poder contar. 


El de esta primera tarde de Enero del año 2012 fue diferente. Yo creo que el sol sabía que yo estaba allí y se detuvo en el horizonte más de lo acostumbrado para que pudiese jugar con él. Así lo hice. Casi se dejó acariciar. Quizás necesitaba de mi caricia pero a lo único que me atreví fué a rozarlo apenas con mis dedos, para que, egoísta de mí, pudiera guardarlo como una joya que calentara mis dedos tibios,  para siempre.



Frase del día:


"Si posees algo bello, compártelo con los demás".

miércoles, 15 de febrero de 2012

Invierno con sol (Febrero 2012)


Estos días soleados no podemos resistir la tentación de acercarnos a los márgenes del río Manzanares a su paso por la Playa de Madrid y el Parque Deportivo Puerta de Hierro (antiguo Parque Sindical o, como siempre lo hemos conocido los madrileños, " El Charco del Obrero").


En estos parajes se puede disfrutar de una mañana o una tarde en la que se pueden practicar varios deportes: Tenis, Rugby, Padel, Golf, Piragüismo, Tiro al Arco...Pero lo que mejor se puede practicar es el paseo por las orillas del río contemplando los impasibles patos reflejándose en las aguas mínimas de este aprendiz de río, las inquietas urracas volando de una a otra de las esqueléticas copas de los árboles o acercándose a recoger las migajas que caen de las mesas de la terraza del restaurante del que dispone el parque, disputándoselas con los gorriones que se atreven, más osados,  a subirse sobre la misma mesa en la que está apoyada tu copa de vino y sobre la que cae, de vez en cuando, alguna miga o cortecilla del pan del bocadillo de sardinillas en aceite que te estás comiendo.


Si has ido al atardecer, cuando se está despidiendo el sol con sus últimos reflejos sobre el río, contemplar este paseo de plátanos que esperan ansiosos la llegada de la primavera es uno de los placeres baratos que nos podemos permitir. Y no necesitamos de nada más para volver felices a nuestra casa y, como hace frío, comprar una docena de churros en la churrería del barrio y comérnoslos, aún calentitos, con un chocolate más caliente aún.



Frase del día:


"La pureza del cielo y la sabiduría de la naturaleza que espera es un libro abierto para la mejor meditación y contemplación de un ser inquieto".