jueves, 5 de noviembre de 2015

Nubes




Las nubes blancas y luminosas que navegan por el espacio que encuadra mi patio revelan y sugieren semejanzas con objetos o seres que me son familiares.
Alguna me recuerda la cabeza imponente de un león africano con sus feroces fauces de espuma blanca amenazando al azul del cielo que le rodea.
Otra sugiere el fusiforme cuerpo de un cocodrilo del Nilo con el azote algodonoso y débil de su membruda cola deshecha en jirones por la suave fuerza del viento que lo empuja.
Aquella más lejana es un osos blanco emergiendo de las heladas y profundas aguas de su Polo Norte etéreo.
La gris de la derecha me parece ser un soberbio caballo encabritado con sus crines blancuzcas abanicando el viento.
Un muñeco de nieve ,sin chistera ni pajarita ni nariz de zanahoria, se me cuela a través de los huecos que dejan en el emparrado estéril sus hojas inoportunamente verdes, mostrándoseme obsceno, burlón y descarado.
Solamente, cuando pretendo verte reflejada en alguna de ellas, me siento defraudado y, al no encontrarte, me resultan todas vulgares.
Vulgares, grises, impersonales y horriblemente sucias.

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