jueves, 5 de noviembre de 2015

La garza real del jardín


Es la espera metálica de la garza del patio su más profunda decepción diaria.
Quiere volar y volar tras el grito de las grullas que pasan.
Pero se aferra al suelo porque así la crearon.
Nació ya condenada al frío del metal, al grito mudo que por mucho que estire su curvilíneo cuello nadie escucha en la noche.
Ni tampoco de día.
Sólo puede soñar. Soñar con las estrellas que desea metálicas.
Y no lo son.
Viven en su fulgor, lejanas a su estático deseo de ser libre.

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