lunes, 16 de noviembre de 2015

El nido


Nidos en los sueños
Suele suceder cuando realizo la poda de las parras que adornan la fachada nordeste de la casa.
Me suelo encontrar con un nido abandonado en el que o una pareja de verdecillos o de jilgueros ha realizado la puesta de sus huevos.
Bien sea por la proximidad de los que vivimos en la casa se han visto obligados a abandonarlo por miedo a que les desposeyéramos de sus crías o porque, realizado ya todo el ciclo de la puesta de los huevos y la crianza de los polluelos, se había quedado vacío porque ya habían enseñado a sus retoños a emprender el vuelo.
Así me sucedió hace dos veranos.
Veía desde la ventana de la planta superior de la casa una pareja de jilgueros que se solían posar en las ramas más altas de uno de los almendros y desde allí, se dirigían hacia una de las partes del emparrado. 
Pasado un tiempo, observé que solamente era uno el que sobrevolaba las parras y cuando, posado sobre las débiles ramas de la yedra, se cercioraba de que nadie estaba lo suficientemente cerca como para descubrir el lugar en que habían depositado los huevos se acercaba al nido.
En él se posaba para alimentar a su pareja mientras estaba dedicada a la paciente tarea de la incubación o era la hembra quien salía y era sustituída por el macho para realizar el mismo cometido.
Así estuvieron varios días haciendo que sus trinos fueran cada día la ejecución de una cromática filigrana más compleja que los violines de mi eterna emisora de música clásica eran incapaces de reproducir. 
Hasta que los trinos y las idas y venidas ya no eran solamente de uno sino que eran ambos quienes estaban inquietamente ajetreados con otra tarea. 
En el nido se podían ver y oir a dos crías cabezotas y peludas que abrían continuamente sus picos emitiendo un pitidito apenas perceptible para mi oído. Y al instante, desde la picorota del almendro o desde el cercano sombrajo de la yedra, se podía apreciar el nunca imaginable glorioso concierto de trinos del jilguero dispuesto a proveer a sus crías del alimento que le solicitaban.
Una mañana, al estar barriendo la terraza a la que cobija el emparrado, me encontré en el suelo, sin movimiento alguno, a una de las crías. No logré enterarme de si se había caído del nido, si lo había echado fuera de él la madre o si era su compañero de camada que, alimentado más y mejor, lo había precipitado al vacío para poder disponer él de más espacio en el nido y de una más dedicada y exclusiva alimentación.
No le quise enseñar a mi nieto que ya era partícipe del hallazgo del nido a la cría merta y, cuando me preguntó que dónde estaba el otro pajarito, sólo se me ocurrió contestarle que sus padres se lo habían llevado a otro nido porque en ese no cabían los dos.

Pasados unos días la actividad de los padres parecía ser aún mayor. Se trataba de otra etapa de la cría que era tan necesaria como la de la alimentación: debían enseñarle a volar para que pudiera abandonar el nido. 
No disponía de grabadora para dejar plasmados sobre cualquier soporte digital esos emocionantes momentos.

La madre o el padre (vaya usted a saber) saltaban del emparrado a la yedra para volver de nuevo al emparrado. Y luego desde la yedra iniciaban un vuelo corto hasta una ramita baja de la acacia julibrisi cercana a la tapia. 
Con sus idas y venidas le mostraban el recorrido que tenía que hacer.
Por fin un día se decidió y con intervalos mínimos de tiempo, instigado por los vuelos de su progenitor y por sus trinos repetida y admirablemente nerviosos, se atrevió a dar el paso. El colorido de las plumas de la cría eran de una viveza inigualable y el paseo desde las ramas más altas a las más bajas fue un espectáculo sublime que me brindó la naturaleza.
Ese año no volvimos a ver ni a la pareja de jilgueros ni a su cría pero todos los años, como un rito ancestral que se repite de generación en generación, vuelven a aparecer inesperadamente sobre el almendro y sobre el emparrado una pareja de jilgueros.

1 comentario:

  1. Continuemos con el blog de jilguero
    el cual siempre nos irá ayudando y comprenderemos que tendremos muchos aspectos que más nos gusten.

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