jueves, 12 de abril de 2012

Soledades

Hoy,12 de Abril del 2012, he estado siguiendo la charla que, en Libertad Digital (LD) una cadena de radio televisada de mi TDT, ha impartido la psicóloga Pilar Muñoz sobre el tema de la soledad. 

Pilar Muñoz


Su análisis de las diferentes soledades impuestas o elegidas que se están viviendo en el momento actual, en este siglo XXI en que los conflictos sociales, la destrucción de la estructura familiar en muchos estratos actuales ha  sido sumamente interesante. No obstante y, halagando el buen decir de Pilar y agradeciendo a César Vidal lo ecléctico de su programa "La Hora de César", quiero recordar lo que, desde muy pequeño he aprendido por experiencia propia de las soledades que me han rodeado. He vivido soledades impuestas por el entorno social en que he vivido y soledades aprendidas y elegidas. No puedo explicar al lector cuáles han sido las mejores y cuáles las peores. Todas me han servido para aprender de ellas lo bueno que me podían enseñar y lo no tan bueno que debería servirme en un futuro para eludir ese tipo de soledades y evitarlas.
Para tomar conciencia exacta de las soledades de otros y ver qué me decían para admitir las mías, he echado la vista atrás intentando beber en los clásicos el agua añeja de sus soledades.


Fray Luis de León (célebre poeta agustino conquense de Belmonte) me enseñaba un camino en su poema


VIDA RETIRADA




"¡Qué descansada vida
la del que huye el mundanal ruïdo
y sigue la escondida
senda por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido! 
... ...

  ¡Oh campo, oh monte, oh río!
¡Oh secreto seguro deleitoso!
roto casi el navío,
a vuestro almo reposo
huyo de aqueste mar tempestuoso.                 

  Un no rompido sueño,
un día puro, alegre, libre quiero;
no quiero ver el ceño
vanamente severo
de quien la sangre ensalza o el dinero.          

  Despiértenme las aves
con su cantar süave no aprendido,
no los cuidados graves
de que es siempre seguido
quien al ajeno abritrio está atenido.            

  Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.  
. ...
  Del monte en la ladera
por mi mano plantado tengo un huerto,
que con la primavera
de bella flor cubierto,
ya muestra en esperanza el fruto cierto.        

  Y como codiciosa
de ver y acrecentarse su hermosura,
desde la cumbre airosa
una fontana pura
hasta llegar corriendo se apresura.             

  Y luego sosegada
el paso entre los árboles torciendo,
el suelo de pasada
de verdura vistiendo,
y con diversas flores va esparciendo. "   

He seguido su consejo y he plantado un huerto que ha llenado algunas de las soledades a las que se enfrenta el hombre cuando termina su historia laboral y debe acometer esa nueva vida que le imponen la jubilación y el retiro. He pensado que podía  ser la solución para rellenar mis soledades, contemplando cómo iban creciendo las hortalizas y me brindaban tras no muy largos períodos de tiempo los frutos que podía ofrecer y compartir con mis amigos. No ha servido. Y no cabe duda de que la intención de Fray Luis de León, con sus consejos, eran excelentes.

He recordado a Lope de Vega (D. Félix Lope de Vega y Carpio, poeta y dramaturgo madrileño del siglo XVI) que también supo bastante de soledades. Y las suyas eran soledades interiores de las que yo pensaba que él se supo liberar pero creo que tampoco lo consiguió.


"A MIS SOLEDADES VOY
A mis soledades voy,
de mis soledades vengo,
porque para andar conmigo
me bastan mis pensamientos.
 
¡No sé qué tiene la aldea donde vivo y donde muero, que con venir de mí mismo no puedo venir más lejos! Ni estoy bien ni mal conmigo; mas dice mi entendimiento que un hombre que todo es alma está cautivo en su cuerpo. Entiendo lo que me basta, y solamente no entiendo cómo se sufre a sí mismo un ignorante soberbio. ... ...


Y la soledad de Lope era una soledad acompañada de gentilhombres, nobles y palaciegos que eran incapaces de llenar el vacío de su soledad interior. Tampoco el entorno social en el que me he movido ha sido capaz de rellenar la mía. 

JohnCross.jpg

Pensé que mi soledad podía llegar a sosegarse buscando un acompañante en San Juan de la Cruz (el abulense Juan de Yepes, poeta del siglo XVI) . Quería, como él, dar a la caza alcance y hacer que la presa mitigara mi soledad.
"
Cuanto más alto llegaba de este lance tan subido, tanto más bajo y rendido y abatido me hallaba; dije: ¡No habrá quien alcance! y abatíme tanto, tanto, que fui tan alto, tan alto, que le di a la caza alcance.

Por una extraña manera
mil vuelos pasé de un vuelo,
porque esperanza del cielo
tanto alcanza cuanto espera;
esperé solo este lance,
y en esperar no fui falto,
pues fui tan alto, tan alto, 
que le di a la caza alcance." 


Tampoco resultó.

Teresa of Avila dsc01644.jpg
Investigué en la profundidad del amor de Teresa de Jesús (La abulense Doctora de la Iglesia Teresa de Cepeda y Ahumada) para comprobar hasta qué punto su soledad se vió compensada con el amor de su Amado hasta llegar a desear la muerte para no sentirse sóla.

"Vivo sin vivir en mí
 y tan alta vida espero
 que muero porque no muero.     

Vivo ya fuera de mí,
después que muero de amor, 
porque vivo en el Señor, 
que me quiso para sí; 
cuando el corazón le di 
puso en mí este letrero: 
«Que muero porque no muero»."
  Teresa se sentía sóla. Estoy seguro de que su soledad desapareció cuando se unió con su amado.         
Yo tampoco he llegado a ese momento.
Y he buscado y buscado en muchos entornos y, hasta el momento, no he encontrado un verdadero remedio. Quizás para este tipo de soledad no existe un lenitivo que se pueda adquirir o encontrar rápida y fácilmente.

Mientras tanto, sigo buscando y, como un remedio que a mí me es útil, me he rodeado de mi familia, de mis hijos y de mi nieto que hacen todo lo posible por conseguir que no me sienta solo.

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