lunes, 9 de abril de 2012

Abril nueve: "Goyitos y Luisitos"



Lo de menos es que, aunque con retraso,  se fuera a celebrar un cumpleaños. Lo de menos es que hoy, lunes nueve de Abril, haya hecho un día de sol de esos que hay que recordar. Lo de menos es que la noche anterior hubiera sido una noche de esas que se pueden etiquetar como de "una noche toledana" y no precisamente por lo bullanguera y placentera. Lo de menos es que el cuerpo te pidiera más descansar que festejar. Lo de menos es que casi se nos hiciera tarde para llegar a la cita por la culpa de un coche de un vecino aparcado a la puerta de entrada a nuestro garaje. Lo de menos es que nuestros invitados pudieran tener, justamente en ese día en que se celebra en Añover de Tajo la vuelta de la imagen de la Virgen a la ermita, unas obligaciones con más fuerza emotiva que sus devociones.Y un muy largo etcétera de nuevos y olvidados "lo de menos". 



Porque lo más importante es que íbamos a pasar el día con unos verdaderos amigos: "Los Goyitos". Y nosotros, "Los Luisitos" estábamos deseando estar con ellos. Porque la amistad no se cultiva en la lejanía. Se cultiva de cerca, sobre el mismo surco, con el agua que fluye por la misma acequia. Sentirse cerca, escuchar la voz de aquellos a los que queremos, sentir sus pasos más o menos ágiles (o torpes ya) al pisar las aceras de otro lugar que no es el habitual, compartir juntos las viandas de un almuerzo de amigos en el que todo sabe bueno porque "debe" saber bueno, brindar todos con la bebida más adecuada para cada uno según los gustos propios, escuchar las voces de quienes rodean nuestra mesa en el modesto comedor del restaurante " Mil Amores" o las de quienes, ya en la plaza que preside el bronce de la escultura taurina de D. Domingo López Ortega ("Domingo Ortega",  torero natural de este pueblo toledano de Borox), nos seguían esperando poder descubrir quiénes éramos esos forasteros, a medias, que nos atrevíamos a retar a la curiosidad de jóvenes y mayores, era una obligación que, necesariamente, debíamos afrontar. Y así lo hemos hecho. 




Y de ello doy fé. Y doy fé también de lo bien que nos han sabido las ensaladas alemanas, la ensalada mixta y el potaje de cuaresma del primer plato, las frituras de pescado y de bacalao del segundo y los helados, torrijas, no sé qué de frailes y arroces con leche de los postres. ¡Y los exquisitos cafés de uno de los bares de la plaza de la escultura del torero!.



No creo que, con el paso del tiempo que suele enfriar hasta los vínculos más afianzados, esta amistad se enfríe y pierda el calor que, del modo más entrañable, la inició. Si así llegara a suceder, deberíamos derribar nuestros convencimientos y pilares en que ambas parejas hemos fundamentado la amistad porque habrían sido torres de arena sin consistencia alguna. 


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