miércoles, 16 de diciembre de 2015

Pitágoras


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Durante bastantes años, por mi profesión, expliqué a mis alumnos matemáticas. Lo correcto en esta disciplina siempre ha sido lo exacto y lo que no es exacto o se aproxima a la exactitud no puede ser correcto. Pitágoras nos enseñó con sus estudios sobre las relaciones de los lados de un triángulo rectángulo que existe esa exactitud y que el incremento o disminución de uno de sus lados supone inexorablemente la modificación de los otros que conforman su estructura para que el teorema se cumpla. Siempre pensé, y así se lo hice saber a los que en mis clases me escuchaban, que ese tan manido teorema de los catetos y la hipotenusa se podía traslocar a otras estructuras que no fueran exclusivamente las geométricas. Por ejemplo a estructuras sociales o políticas. Pues no. En algunos entornos sociales si que he detectado cantidad de hipotenusas elevadas al cuadrado, al cubo y a la enésima potencia. Y el ser o dejar de ser hipotenusa o hipotenuso no depende de uno mismo sino que resulta necesario mimetizarse con esa inexorable recta dependiente cuando formas parte de agrupamientos geométricamente diseñados que no nos permiten escapar. Porque eso es lo que le sucede a la hipotenusa. Su tamaño y su poder depende de los pesados catetos cuya dimensión le es determinante. Además estos catetos son incompletos por sí mismos. Para que influyan en nuestra modificación cuando nos ponemos cuadrados o nos cuadramos en nuestras posturas porque afectarán a nuestras decisiones ellos necesitan supervalorarse elevándose al cuadrado y sumándose ambos. Agrupándose, asociándose y siendo potenciados por los demás adquieren su poder y su pujanza. Y catetos relacionados, potenciados y asociados forman una verdadera pléyade. En estratos sociales muy diversos como los de quienes manipulan la economía, el deporte, la moral y la política. El gran peligro que corren es el ciclo al que les somete y nos somete a todos el ciclo de la historia. Llegará el momento en que su disminución será tal que no podrán llegar nunca a volver a dimensionarse por ellos mismos y serán indefectiblemente absorbidos por cuantas hipotenusas están ya cansadas de su eterna dependencia.

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