martes, 15 de diciembre de 2015

Belén


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Desde que San Francisco de Asís celebrara en el año 1223 aquella misa de Nochebuena en el interior de una cueva de la ciudad italiana de Greccio, rodeado de animales, utilizando el pesebre como altar y adoctrinando con su sermón sencillo sobre el misterio del humilde nacimiento de Jesús a cuantos asistieron a la ceremonia, comenzó a establecerse la costumbre de representar por estas fechas el nacimiento en el interior de las iglesias, siendo los franciscanos los que extendieron por medio de los conventos de su orden esta costumbre por toda Italia. A través del siglo XIV y siglos posteriore estos monjes utilizaron su representación del nacimiento como base para la predicación del misterio del nacimiento a los fieles.
La representación plástica del nacimiento se realizó en las primeras comunidades cristianas como atestiguan los pesebres encontrados en las Catacumbas con la mula y el buey como los animales que calentaban al niño en el interior de la cueva. Esta costumbre se afianzaba en la sociedad romana que por tradición guardaban en sus casas representaciones con estatuillas de los dioses lares romanos. Los dioses lares podían ser perfectamente sustituídos por la simbología cristiana.
Los monjes extendieron esta costumbre por toda Italia y el resto de Europa y también llegó a España.
Cuando realmente se popularizó en España primero entre los nobles y después a nivel popular fué con la llegada de Carlos III (rey de Nápoles con el nombre de Carlos VII) que trajo esos belenes napolitanos de figuras y esculturas bellísimas.
En el momento actual los belenes no tienen esa pujanza de años anteriores porque en cierta manera han perdido parte de su finalidad que era mostrar a nuestra sociedad la historia del nacimiento de Cristo. Además el mercantilismo y el comercio global en que estamos inmersos han conseguido que predominen símbolos navideños de otras culturas sajonas trasladando incluso la fecha y el motivo de la celebración y haciendo de otros personajes míticos como Papá Noel o Santa Claus el foco de atención de mayores y pequeños.
La plasticidad de los belenes y su labor didáctica ha sido sustituída por los calcetines colgados en los abetos hogareños adornados de los colores del espumillón y las bolas de plástico como el marco idóneo para que el gran duende barrigudo (verde o rojo) deposite en ese lugar sus regalos.
A este paso... ¿desaparecerán los Reyes Magos?. No me extrañaría porque en estos tiempos las costumbres y los gustos ¡adelantan que es una barbaridad!.

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